lunes, 21 de junio de 2010

Juan Manuel Santos, presidente 2010-2014

Victoria de la unidad nacional
Con nueve millones de votos, la más alta cifra de la historia, Santos logró amplia gobernabilidad para su mandato. La abstención subió al 55,52%. Santos calificó su triunfo como el del presidente Uribe.

Como estaba cantado, Juan Manuel Santos, por amplia mayoría, fue el domingo elegido como nuevo Presidente de Colombia. Más de nueve millones de sufragios a su favor, la mayor votación en la historia del país, aunque la abstención haya rondado el 55%. Un respaldo ciudadano que a inmediato plazo se traduce en una enorme gobernabilidad a partir del próximo 7 de agosto. Circunstancia que se complementa con un Congreso cuyas mayorías pertenecen a la misma alianza política que alcanzó la Casa de Nariño.

No obstante, el triunfo del ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos es también la victoria del uribismo, es decir, de las tesis que llevaron al presidente Álvaro Uribe Vélez a gobernar durante los últimos ocho años. En esa medida, representa la continuidad de los tres pilares que resumen la esencia del actual mandato: la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social. Sólo que Santos le añade el componente del gobierno de unidad nacional.

Esta visión se traduce en colaboración de diversos grupos políticos con las tareas de gobierno. En otras palabras, Santos iniciará su gestión como Presidente con el respaldo de los partidos tradicionales —Conservador y Liberal—, de Cambio Radical y de su propio partido, el de la U.

Esas cuentas en el Poder Legislativo significan el nada despreciable respaldo inicial de al menos el 85% de sus componentes. Una carta blanca para gobernar cumpliendo con sus promesas.
En su discurso de victoria, Santos lo reiteró varias veces: “El reloj de la historia marca una nueva hora, la de la unidad nacional”. Por eso exaltó las adhesiones de algunos de sus rivales como la clave de lo que quiere hacer de su gobierno. Sin embargo, es claro que tendrá opositores, como el Polo Democrático, y de manera moderada el Partido Verde, cuyo candidato anunció “independencia y deliberación”, es decir, apoyo a lo que considere bueno.

“Demos la vuelta a la página de los odios y las divisiones”, resaltó Santos, no sin antes dedicarles palabras de elogio al presidente Uribe y a las Fuerzas Militares, a quienes reconoció que son el pilar de su triunfo y de su programa de gobierno. Expresiones que prueban que su intención es crear un clima de distensión política en todos los sectores después de los últimos tiempos marcados por la polarización social y la confrontación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial.
El domingo mismo, al ser consultado sobre la victoria de Juan Manuel Santos, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, magistrado Jaime Arrubla, se mostró dispuesto a dialogar con el nuevo gobierno, recordando que ya había trabajado con Santos en el gobierno Pastrana. En su discurso de victoria, el elegido reconoció que para bien de las instituciones buscará un diálogo con los jueces y trazará una hoja de ruta para buscar una reforma que convenga al país y a los colombianos.

Este lunes mismo empezará el empalme en la Casa de Nariño con el gobierno saliente. De hecho, desde días atrás, ya estaba integrada una comisión que se encargará de hacer el tránsito entre la administración Uribe y el nuevo equipo de gobierno. Asimismo, a partir de hoy, comenzarán a conocerse quiénes serán las nuevas caras en el Ejecutivo. Con toda seguridad que habrá quienes repitan, aunque en otras posiciones. Pero la expectativa comienza a centrarse en los relevos en todos los frentes del Ejecutivo.

Entre estas perspectivas, la que más preocupa está situada en el plano de las relaciones internacionales. “Diplomacia y respeto” fue la consigna que resaltó Juan Manuel Santos en su discurso de victoria. Y está claro que estas palabras aluden principalmente a Venezuela y Ecuador, donde el propio presidente electo afronta dificultades, incluso jurídicas. En este escenario, según se desprende de sus palabras, se avecina mucho trabajo para recomponer unas relaciones que hoy están maltrechas.

En síntesis, la de este domingo fue una jornada de victoria aplastante de Juan Manuel Santos, pero también de expectativa. ¿Cómo será el nuevo gobierno? ¿Qué futuro tendrá el Partido Verde, que con más de tres millones y medio de votos pasa a encabezar la oposición? ¿Qué tanta influencia tendrá el presidente Uribe en la conformación y políticas del gobierno electo? Vienen días de caras nuevas y anuncios, de reuniones para crear buen ambiente. En 47 días habrá nuevo presidente y Santos ya cantó cómo será su norte: “No soy Álvaro Uribe, tengo mi propio estilo de gobernar”.

¿Por qué perdió Antanas Mockus?

Hay siete variables necesarias para triunfar en una contienda electoral.

Aunque algunas puedan pesar más que otras, dependiendo de la coyuntura, se puede afirmar que el que tenga por lo menos cuatro será el ganador. En ese sentido analicemos la campaña de Mockus en cada variable.

Imagen: la imagen de Mockus se comportó durante la campaña como el electrocardiograma de un aficionado al fútbol durante un mundial. Empezó con un negativo muy alto, repuntó antes de la primera vuelta y se desplomó en la segunda. Esa campaña nunca supo cómo lo percibían o qué imagen había que proyectar. Con la intuición es muy difícil saber eso.

Lo único que supo proyectar fue la imagen de honesto que se construyó sin intervención consciente de él, pero nunca supieron si el país quería también un gerente, un líder, un comandante en jefe o cualquier otra cosa. Ni siquiera supieron profundizar la imagen de honesto, hubieran podido generar algunos hechos como hacer pública y solicitar la declaración patrimonial de todos los candidatos, y volver eso comunicación, hasta un spot, algo así como “con esto llego y con esto me iré”. Se dejó el manejo de esta variable a los publicistas, no hubo rumbo.

Mensaje: No hubo disciplina de mensaje. El jingle decía una cosa, los comerciales otra, los discursos otra y así sucesivamente en un ruido muy dañino. Se puede decir que el mensaje primario era legalidad y honestidad, pero como era intuitivo no se percataron que los colombianos estaban casados con un mensaje de continuidad y unos mensajes secundarios de seguridad y empleo.

Manejo del tema: Como todo era intuitivo, pretendieron llevar a la opinión un mensaje que no quería y convencerlo de que el que mejor interpretaba la legalidad y la honestidad era Mockus. En los pocos meses de una campaña electoral uno no debe tratar de cambiar convicciones colectivas, sino cabalgar en ellas e interpretarlas de la mejor forma. La intuición los hizo estrellar contra el muro de las convicciones reales. Los colombianos querían continuidad y Mockus se mostró como el menos capaz de continuar las cosas.

Ajedrez político: Mockus nunca supo manejar esta variable. Peleó con Noemí, con el Polo, con los liberales y hasta con los independientes. No supo congregar y se dedicó a discursos difusos tratando de convocar fuerzas amorfas. Mientras el otro candidato movió un caballo de Unidad Nacional, Mockus movió un peón que escasamente le cubrió un cuadro del tablero.

La estructura política: en un país con tanta pobreza como Colombia usted tiene que pensar en algo tan elemental como el transporte de sus electores. Mockus cree que eso es politiquería, poniendo al elector en una encrucijada: o gasta dinero que su familia necesita o no vota. Mockus renunció de entrada a esta variable por un fundamentalismo mental que le impide dilucidar ciertas realidades.

Tiempos: el Partido Verde nunca pensó que llegaría a la segunda vuelta y con alguna posibilidad de conquistar la Presidencia. Eso hizo que la estrategia no existiera y, por lo tanto, ningún camino para manejar los tiempos de una campaña. El único acierto en esta variable fue el momento de la unión con Fajardo, viendo la campaña seguramente fue algo casual.

Recursos financieros: el dinero es la gasolina de todas las variables porque mueve la campaña. Como ellos no tenían estrategia, no sabían si necesitaban gasolina o cuánto valía desarrollar la estrategia. Lo poco que invirtieron fue sin rumbo. Es decir, malgastaron la plata.

En conclusión, Mockus quería ganar sin saber cómo ganar. Este profesor de matemáticas quería sumar y multiplicar, pero restando y dividiendo.