viernes, 28 de mayo de 2010

EL TIEMPO.COM


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El Arca De Noé Rosas Con Tallo Verde

Por estos días, el tema de almuerzos, de comidas, de novios, de esposos, de amigos, jóvenes y viejos es la política. Todos van en la misma ola. Unos la sufren, otros la gozan. Y como estamos en encuestas, todo mundo le echa lápiz.

Esta semana, en un divertido almuerzo, le hacían bromas a uno de ‘la U’ porque rechazó las hortalizas, dizque por no consumir verde. Dicen que el tipo exige aceite de olivas, no sea que le echen de girasol. No exagere, que su jefe confesó que se la fumó “verde” en sus épocas de estudiante universitario. O sea que también estaba en la onda de lo “legal” de Mockus, le dijo uno. El “ofendido”, entre risas, le “echó” la madre a su compañero, en broma, como se la nombran entre amigos. Y el mockusiano le dijo, fresco, te perdono porque “tu vida es sagrada”. Buena onda, como diría el divertido Poncho Rentería.

Pues para salirnos un poco de la política, la madre es el tema. Ella tiene su día especial mañana domingo. Día que se le ha debido celebrar siempre, desde cuando Eva le ofreció la manzana verde esperanza a Adán, y él, que estaba con unas ganas de comerse la fruta, se le paró al frente, le dio un beso emocionado y le metió el diente.

Mañana es el día dedicado a la mejor obra de Dios, a la mano más buena, al corazón más grande, al ser más fuerte, más que Hércules y Supermán, pues es capaz de cargar sobre sus suaves hombros el peso de un hogar o del mundo entero. Perdonen la inspirada, pero estamos hablando de las madres. Y en mi humilde caso, me suelo inspirar ante las mamacitas.

Este país del todo vale se ha vuelto insensible y brutal. En respeto por los derechos humanos, en justicia social, en igualdad de género, aún estamos verdes. Tenemos el gen para el trago, pero más para el estrago. Las maravillosas madres son las que más sufren, en silencio, como dice el paseo llanero. No solo en su noble corazón, sino físicamente. Aquí, 11 millones de personas dependen de madres cabeza de hogar. Sus compañeros de fórmula, como alguien dijo, los esposos o concubinos, han sido asesinados, desplazados o desaparecidos. Según el censo del 2005, hay 3’145.750 madres cabeza de hogar. De ellas, 19.272 eran menores de edad. Por A o por B. O sea, por amor o por besos, no dejaron madurar la manzanita. Les pudo el “gustico”.

Y el panorama se vuelve de meterse bajo la cama cuando se habla de la violencia intrafamiliar. A las mujeres, que solo hay que “matarlas” con detalles, con amor, o a mordiscos de manzana, como hizo Adán, las están matando de veras. O las marcan en el alma con abusos sexuales. El año pasado, en Colombia fueron asesinadas 1.523 mujeres. Y Medicina Legal atendió 21.288 casos de abuso sexual. Pro familia reveló que en Colombia 8 millones de mujeres son maltratadas por su pareja, dispareja, a los que le va la vieja.

¿Qué vida llevan las mujeres, las madres, en un país con unos tres millones de desplazados, con más de dos y medio de desempleados? Y eso que no hablamos de las madres, casi estigmatizadas, de las víctimas de los ‘falsos positivos’. Que alguien dijo que no era muy grave, pues eso viene de hace años. Como lo del DAS. Que como es viejo, sigamos por el mismo desmadre.

Queridas mamás, todas, la desplazada, o la que lo tiene casi todo, la que desde el hogar educa hijos buenos, la sencilla y noble campesina, la ejecutiva, la oficinista, la que nos regala un tinto humeante, la que se rebusca en la calle, gracias a todas por la vida, por el valor, por el amor.
Les ofrezco una docenita de flores rojas de tallo verde. Cada pétalo es una oración por ustedes, y una gratitud. Además, es un clamor por que las respeten. Por que todos entendamos que en este país no solo se necesita más “legalidad”, sino más humanidad, más educación, principios de paz, respeto a la vida sagrada. Porque vamos muy mal si no no respetamos ni a la madre.
Por ahora, que Dios les dé fortaleza y un abrazo de sus hijos armados del más hermoso detalle: un beso.
luioch@eltiempo.com.co.
LUIS NOÉ OCHOA


Parafiscalidad Sentémonos A Reflexionar

En estos últimos días han aparecido numerosos artículos de opinión sobre parafiscalidad. Esta es una discusión que el próximo gobierno no podrá eludir y que debe ser enfrentada con argumentos ciertos y aterrizados.

En primer lugar, debe quedar claro que hay aportes parafiscales que son parte integrante del salario y, por tanto, no pueden considerarse sobrecostos de las empresas. Este es el caso de las cajas de compensación.

Los trabajadores han incorporado estas contribuciones –porque valoran los servicios que reciben a cambio– aceptando menores salarios. Es un poco como los aportes voluntarios a pensiones que pagan las empresas a favor de sus trabajadores, bajo el pacto implícito de mantener baja su remuneración.

Entonces, eliminar los aportes a las cajas de compensación equivale a reducir los salarios de los trabajadores, en especial de los asalariados formales de menores ingresos.
Afortunadamente, las voces inconformes con la parafiscalidad no proponen su abolición, sino un cambio en la forma de financiación. Vale la pena analizar las alternativas planteadas. Aso fondos sugiere aumentar los salarios en un 9 por ciento y dejar a los trabajadores la responsabilidad del pago de la parafiscalidad. Mal negocio para las partes, porque esto aumentaría el ingreso base de cotización. Así, si el salario de referencia es de 3 millones de pesos, las empresas trasladan al empleado 270.000 pesos (correspondientes a la parafiscalidad) y además pagan 86.238 pesos más de contribuciones a la seguridad social. Por la misma razón, el trabajador perderá 24.000 pesos.

Los aportes parafiscales podrían sustituirse con un aumento del IVA o de la tarifa del impuesto a la renta. En el primer caso, sería necesario añadir 4 puntos al 16 por ciento actualmente cobrado, y en el segundo, podría tratarse de 8 puntos. Aquí el problema radica no solo en la magnitud de los aumentos, sino también en la eficacia del recaudo. De hecho, estas formas de recaudo sufren de ‘filtraciones’, es decir que, para que las instituciones a cargo de la parafiscalidad reciban los mismos montos de recursos –que ahora las empresas les depositan directamente–, los contribuyentes deberán hacer un esfuerzo tributario mayor porque parte del dinero se pierde en los meandros de la burocracia.

Una discusión completa sobre parafiscalidad no puede agotarse en un artículo periodístico. De aquí la invitación a enmarcarla en un contexto más reflexivo y amplio, que incluya también consideraciones sobre pensiones y salud, las cuales son inevitables.

* Observatorio del Mercado Laboral.
Universidad Externado de Colombia.
STEFANO FARNÉ

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